Con el desierto ante ti no digas ¡que silencio! Di: no oído.
- Y aquí termina la historia de Meryem, quien tuvo la fortuna de encontrarse con personas de buen corazón en su camino, lamentablemente, no todos tienen esa suerte. Algunos puede que tengan agua potable en sus casas, internet, comida instantánea y electricidad, pero del otro lado del mundo hay un niño o niña que tiene que caminar un kilómetro bajo el sol para conseguir un cántaro con agua.