Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.
Ya habían pasado varios meses desde que Yunan se fue a España, desde su partida no habían tenido ninguna noticia de él, ni cartas ni dinero ni nada, a pesar de esto, Meryem nunca perdió la esperanza de que él volvería. Durante todo este tiempo ella y su madre estuvieron trabajando muy duro pues no abastecía la comida y habían vendido gran parte de su ganado y bienes para el viaje de Yunan, así que Meryem se despertaba muy temprano para ir a conseguir agua a un oasis que se encontraba a un kilómetro para después ayudarle a su madre a ordeñar cabras y fabricar queso. Un día, mientras Meryem iba a buscar agua al oasis, vio una caravana que venía, todas las mujeres del pueblo se apresuraron para venderles sus productos. Fátima, la mamá de Meryem, logró vender casi todo, pero estaba decaída, así que Meryem le preguntó que le sucedía. Su madre le reveló que Yunan las había abandonado y que, debido a la falta de dinero, Meryem se tendría que ir a trabajar de criada a Kidal. La adolescente se enfureció con esta idea, pues es una imushaq y debe de ser respetada, ella estaba segura que su padre no las había abandonado y que algo debía de hacer para detener esta desgracia.