30 Apr
CAPITULO XV

Los ojos no le sirven de nada a un cerebro ciego. 

  • En el centro de acogida colocaron a Meryem con tres niñas senegalesas que, al igual que ella, eran novatas. Recibía español con una maestra de mediana edad llamada María, también recibía dos horas de estudio general y tenía que trabajar por dos horas más con el jardinero, Jacinto. Estaba aprendiendo español muy rápido y por ello le agradaba a la maestra. Un día María le preguntó si conocía a Idara, Meryem ya se había desesperanzado de su palabra pues habían pasado muchos días sin saber nada de ella, pero al oir esto se llenó de alegría. Fueron a una oficina a conversar aparte, María le contó lo que la traductora le había dicho sobre su historia, pero que no la convencía del todo; entonces Meryem se la contó por su propia cuenta con cada detalle y le dijo que lo único que quería en España era hallar a su padre, al final la maestra le creyó y dijo que la ayudaría. Desde entonces se agarraron mucho cariño, la maestra llevaba a la joven adolescente fuera del centro de paseo y de compras, con el propósito de que conociera de memoria la ruta hacia la estación de buses. El día después del cumpleaños de Meryem, María le obsequió un boleto de autobús hacia Almería, de igual forma, le dio las indicaciones y precauciones respectivas para lograr escapar del centro y llegar hasta su destino. En la noche, Meryem esperó a que todos se durmieran y se escapó por un baño al jardín, donde utilizó la escalera de Jacinto para escapar, una vez afuera tuvo mucho cuidado para no ser vista por los policías. Mientras iba caminando, recordaba toda su vida en Mali y lo lejano de la realidad que parecía, le encantaría vivir en España con toda su familia nuevamente. Finalmente, llegó a la estación que estaba casi vacía, faltaban un par de horas para la salida de su bus, así que se acomodó para esperar el momento.
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