30 Apr
CAPITULO XIX

Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo date tres vueltas por tu propia casa.

  • Adrián y Meryem llegaron a la casa de Abdel Azid, con algo de temor tocaron a la puerta y los recibió un señor con rostro amargado, pero, al oir que Meryem era hija de Yunan el tuareg e iba en su búsqueda, su seño cambió y le advirtió que debería de irse. Sin embargo, Abdel yaa ya se había percatado de su presencia y los hizo pasar. Meryem le dijo quién era y a quien andaba buscando, luego Abdel le reveló que su padre estaba en la cárcel por supuestamente haber golpeado su jefe, el dueño del invernadero, quien se encuentra en coma. Cuando Abdel hablaba de Yunan, mostraba cierto desprecio y odio en su rostro y voz, lo cual dio a entender que lo consideraba su enemigo y probablemente lo que le sucedió fue culpa de él. Meryem estaba triste con saber que su padre se encontraba en la cárcel, siendo él una persona tan libre, pero, por otro lado, estaba aliviada de saber que no había abandonado a su familia. Mientras iban saliendo de la casa de Abder, el sirviente, llamado Hazan, los escoltó a la salida, dándole en secreto un papel a Meryem entre las manos. Una vez en el carro, Adrian y Meryem vieron que en el papel estaba escrita una dirección, así que se dirigieron hacia allí. Eran varios condominios, cuando tocaron a la puerta dicha, una anciana abrió la puerta y, al decirles que Hazán los mandó, les permitió entrar. Ella les contó que eran muy cercanos a Yunan, lo consideraban parte de la familia, le alquilaban una habitación la cual permaneció intacta desde que lo aprisionaron; en un baúl dentro del cuarto, Meryem encontró el hiyab blanco que su padre le había prometido llevar. Yunan era querido por muchos pues él oía sus problemas y quejas y se enfrentaba a Abdel en vista a sus abusos. Pero esto le causó problemas con el jefe de la mafia, y casualmente acabó en la cárcel por un delito del que no hay pruebas, ni el dueño del invernadero puede testificar porque está en coma. A pesar de esto, nadie se atreve a hablar pues temen de perder sus trabajos, papeles o hasta sus vidas. La señora les dijo que fueran a la dirección de una carnicería y que preguntaran por Alí para más respuestas.
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