Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate a un espejo.
- Finalmente, la caravana llegó a Tánger, una vez Meryem guardó la carga y atendió a los animales, Aberkán la citó en su tienda. Harun estaba junto a Aberkán, cuando Meryem llegó el madugu le agradeció por su ayuda y aseguró que Abu Yunan estaría orgulloso de ella. Sabiendo que Meryem seguiría en busca de su tío Samir, Aberkán le dio las indicaciones de cómo llegar a su tienda la cual se encontraba frente a la mezquita principal, también le pagó sus servicios en euros y le obsequió un cofre misterioso que iba dirigido a Samir, como pago de sus gastos para el transporte a España. Después de esto, le pidió a la joven que se fuera, y que si ocupaba algo que no dudara en acudir a ellos; Meryem esperaba que Harun, su enamorado, se despidiera con algún gesto de cariño, pero esto nunca pasó, aquí se dio cuenta que todo era un enamoramiento fantasioso, sufriendo su primer corazón roto. Pero Meryem tenía problemas más graves que un mal de amor, tras caminar por calles abarrotadas de personas de todas las clases sociales y por plazas bulliciosas, visualizó la tienda de muebles de su tío, temía que este se negara a ayudarla, sin embargo, tenía que intentarlo. Al ir entrando a la tienda, él se percató de la presencia de alguien, no la reconoció al principio, hasta que Meryem le explicó quién era y qué estaba haciendo ahí. Samir la invitó a pasar a su tienda, una vez adentro le dijo que ya no se dedicaba más al transporte de personas a España ya que estaba muy viejo, entonces le ofreció que se quedara a vivir con él y lo asistiera en su vejez, mientras esperaban por noticias de su padre. Meryem se negó a su propuesta y le mostró el dinero del que disponía (el que le dio Aruma y Aberkán), sin embargo, Samir le dijo que eso no era suficiente para llegar a España, entonces Meryem le entregó el cofre cerrado que le había mandado Aberkán. La sorpresa fue que cuando Samir habrío el cofre, una víbora asomó su cabeza de él, causándole al hombre un enorme temor y acusando a Meryem de querer matarlo, comandándole que se fuera de la tienda. La joven tuareg sabía que ya todo por las buenas estaba perdido, así que volvió a abrir el cofre y tomó a la serpiente, así como lo hacía su abuelo, luego la mató, horrorizando aún más a Samir. Al menos su tío ahora sabía que tenía tanto a Aberkán como a ella en su contra.